Hay actos que parecen pequeños, pero
encierran el poder de lo esencial,
El saludo es uno de ellos… Una palabra, una mirada, un gesto de reconocimiento
pueden ser la diferencia entre un día cualquiera y un día que empieza con
sentido.
Más allá de una norma de cortesía,
saludar es un gesto de reconocimiento.
Es, entre líneas, decirle al otro: “te veo”, “me importas”, “estás aquí y
cuentas”.
Y cuando esa simple acción viene de alguien que cuida, que acompaña y transita
los caminos de una institución de salud, el impacto se multiplica.
Los estudios sobre clima organizacional, experiencia del paciente y bienestar laboral coinciden en algo: “las interacciones humanas son un factor crucial para el sentido de pertenencia, el compromiso y la percepción de calidad”; Pero más allá de los estudios, está el lado más profundo… ¿Cuántas veces una sonrisa, un “buenos días” sincero ha sido el punto de giro de una jornada difícil? ¿Cuántas veces hemos sentido que alguien nos devolvió la esperanza… solo por hacernos sentir vistos?
En una clínica, donde tantas veces se cruzan la angustia, el dolor y la incertidumbre, el saludo puede ser la medicina invisible que marca la diferencia. Y en la oficina, en los pasillos, en las reuniones, ese mismo saludo nos recuerda que somos parte de un todo, que nuestra labor conecta, que no estamos solos.
Así que la próxima vez que te cruces con alguien por el pasillo…
Míralo. ¡Salúdalo!
Tal vez no cambies el mundo…
Pero puede que cambies ese momento.
Y esos momentos, acumulados, hacen la diferencia.
Por: Sorany Grisales, líder de apoyo al usuario.